El galvanizado en caliente es un proceso por el cual un producto de acero se recubre de zinc sumergiéndolo en una caldera de zinc fundido, obteniendo así protección contra la acción corrosiva de la oxidación.
Antes de sumergirlo en el zinc fundido, el material debe someterse a un tratamiento previo; las principales fases son el desengrasado (para eliminar la grasa y los aceites residuales del procesamiento mecánico), el decapado (para eliminar la cascarilla, la calamina y el óxido) y el fundente (obtenido en una solución de sales para cristalizar la superficie del producto antes de sumergirlo en la caldera de zinc.
La preparación de la superficie del producto es extremadamente importante para que el zinc reaccione con el acero.
Cuando el producto de acero está en la caldera de zinc, el componente ferroso reacciona con el zinc fundido formando una aleación extremadamente adherente que garantiza una alta protección contra la corrosión.
¿Por qué galvanizar en caliente?
Cualquier producto de acero debe protegerse de la corrosión y la eficacia del sistema de protección se basa principalmente en su calidad y duración.
La protección que proporciona el galvanizado en caliente es muy superior a otras soluciones con zinc (galvanizado electrolítico, pulverización a base de zinc, revestimientos mecánicos, etc.), con una duración, en función del entorno, de varias décadas.
Además, los menores costes iniciales, la durabilidad, la disponibilidad y la versatilidad del zinc, junto con la sostenibilidad y la estética, distinguen al zinc como la solución ideal para proteger el producto de acero.
Duración del galvanizado en caliente
La norma UNI EN ISO 1461 exige un espesor mínimo tal que garantice una duración de muchas décadas sin mantenimiento.
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