El diamante natural crece en lo profundo de la Tierra, a partir de carbono asociado a un catalizador, en condiciones de altas presiones y altas temperaturas.
El « diamante », derivado del griego « adamas », que significa « Invencible», es el mineral más duro, 10 en la escala de Mohs. Su estructura cristalina tetraédrica está hecha de átomos de carbono firmemente interrelacionados por enlaces covalentes fuertes y rígidos que les dan su alta densidad y su extrema dureza.
Aparte de su excelente resistencia al desgaste, el diamante tiene una conductividad térmica muy alta y un coeficiente de fricción muy bajo. Por eso está muy eficiente en aplicaciones industriales extremas como el trefilado y el calibrado de materiales, metales y fluidos.
Su unidad de referencia es el quilate (0.20grs).
Muy buscado para la industria (70% de las necesidades globales) y la joyería (30%), el diamante natural utilizado para las hileras tiene que ser perfectamente puro (nivel IF : « internally flawless »). Las formas utilizadas son principalmente octaedras y dodecaedras.