El recocido es un proceso de tratamiento térmico que requiere mucho tiempo y se utiliza para ablandar el material hasta su dureza mínima. El acero y el plástico son materiales que suelen tratarse en un horno de recocido. Cuando se procesan y conforman, la resistencia del material puede verse comprometida y reducir la resistencia al desgaste y al agrietamiento. Para evitarlo, las piezas de metal y plástico suelen introducirse en un horno de recocido, en el que se calientan por debajo de las temperaturas de transición durante periodos específicos. El proceso de recocido tiene varias ventajas, como la mejora de la mecanizabilidad, la ductilidad, el alivio de la tensión de tracción, etc.
Existen varios tipos de recocido, como el recocido completo y el recocido esferoidizado, pero el más común es el recocido de proceso. A menudo denominado normalizado, el recocido de proceso se realiza para contrarrestar los efectos endurecedores del trabajo en frío en la fabricación de piezas finales. Una vez trabajadas, las piezas pueden volverse demasiado duras y quebradizas para su posterior procesamiento o uso final. Entonces se colocan en un horno de recocido discontinuo o con cinta transportadora hasta que se hayan eliminado las tensiones. A continuación, el material se enfría lentamente para evitar añadir nuevas tensiones en los materiales. Este proceso da como resultado piezas de metal o plástico con bajas tensiones residuales en las estructuras y permite obtener productos finales más resistentes o durabilidad para seguir conformando y mecanizando las piezas.
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