Los calibradores portátiles tienen un tiempo de respuesta rápido y una buena precisión y estabilidad, lo que significa que pueden calibrar sensores de temperatura tanto en un laboratorio como sobre el terreno en poco tiempo.
Los calibradores líquidos constan de un recipiente cilíndrico de unos 250 cc y se controlan térmicamente con un dispositivo de agitación magnética. La calibración basada en líquidos garantiza el mejor rendimiento en términos de uniformidad de ajuste y transmisión de calor, independientemente de la forma y el tamaño de los sensores que deban calibrarse.
Todos los modelos de mayor precisión pueden equiparse con entradas auxiliares para poder leer los distintos sensores de temperatura y estar equipados con softwares de calibración que automatizan los procedimientos de calibración y las pruebas de vida útil de los sensores y termostatos con un ordenador externo.
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