Garantizar el funcionamiento ininterrumpido de las redes de distribución es esencial para mantener los activos industriales y las infraestructuras. Las empresas energéticas se enfrentan a la inmensa presión del envejecimiento de las infraestructuras y la creciente demanda de energía asequible, que sobrecargan las subestaciones y las redes, aumentando el riesgo de caídas de tensión y apagones costosos y perturbadores. Se necesitan soluciones de supervisión eficaces para las instalaciones de reequipamiento con el fin de evitar fallos en los servicios públicos, mejorar la capacidad, mantener la fiabilidad y gestionar los costes.
Es fundamental comprender cómo se distribuye el calor en los componentes de las subestaciones. La resistencia eléctrica hace que estos componentes se deterioren con el tiempo, a veces rápidamente. Cuando la corriente eléctrica fluye a través de estas piezas degradadas, genera calor. La tecnología de imágenes térmicas puede visualizar estos problemas, permitiendo la detección temprana de posibles fallos. Sin embargo, las empresas de servicios públicos se dan cuenta cada vez más de que el escaneado infrarrojo manual es inadecuado para supervisar continuamente los componentes críticos de las subestaciones. Desplegar termógrafos en todas las subestaciones, especialmente durante los picos de carga, cuando es más probable que surjan problemas, resulta poco práctico.
Las cámaras termográficas, como parte de una estrategia de mantenimiento preventivo, pueden detectar problemas en las instalaciones eléctricas antes de que se agraven, controlando así los costes. Los fallos en subestaciones críticas, como el sobrecalentamiento de transformadores, pueden ser catastróficos. Las cámaras de infrarrojos de instalación fija permiten vigilar los componentes cruciales las 24 horas del día, identificando signos de desgaste o posibles averías a través de los cambios de temperatura. Hasta ahora, el uso generalizado de cámaras de infrarrojos se veía obstaculizado por su elevado coste.
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