La función del refrigerador es reducir la temperatura del producto procedente del tratamiento térmico anterior con cierta rapidez para frenar la proliferación de nuevas cargas bacterianas en el producto. Básicamente, la máquina está compuesta por una serie de cintas transportadoras de polipropileno o acero inoxidable, colocadas una encima de la otra para transportar el producto a una zona donde se ubican baterías de enfriamiento de paquetes con aletas, equipadas con ventiladores para la recirculación del aire y una serie de paneles aislantes de acero inoxidable con poliuretano inyectado, fáciles de abrir para su inspección y limpieza gracias a unas bisagras especiales. Las baterías pueden ser alimentadas con agua de freón o glicol; además, si la temperatura de tratamiento es particularmente baja, pueden estar equipadas con calentadores eléctricos de descongelación. Si el cliente lo requiere, la máquina puede equiparse con diversos tipos de accesorios; por ejemplo, se pueden montar ventiladores en puertas que se abren para facilitar las operaciones de limpieza y las correas se pueden limpiar mediante un sistema de lavado automático.
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