El proceso de producción del yogur implica varios pasos clave.
Selección de la leche: Se selecciona leche de alta calidad como ingrediente principal para la producción de yogur. La leche puede proceder de diversas fuentes, como vacas, cabras u ovejas.
Pasteurización: La leche se calienta a una temperatura específica (normalmente en torno a 70-85°C) para eliminar cualquier bacteria nociva presente en la leche cruda. Este proceso contribuye a garantizar la seguridad y la vida útil del yogur.
Enfriamiento: Después de la pasteurización, la leche se enfría rápidamente a una temperatura adecuada para el proceso de fermentación (normalmente unos 40-45°C).
Inoculación: Se añade a la leche enfriada una pequeña cantidad de cultivo iniciador, que consiste en cepas específicas de bacterias lácticas (como Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus). El cultivo iniciador fermenta la lactosa (azúcar de la leche) y la convierte en ácido láctico, lo que produce el sabor ácido característico y la textura espesa del yogur.
Incubación: La leche con el cultivo iniciador se coloca en un entorno controlado, normalmente en grandes tanques de fermentación o en recipientes individuales. La temperatura se mantiene en torno a los 40-45°C para favorecer el crecimiento de las bacterias lácticas. Durante este periodo de incubación (normalmente de 4 a 8 horas), las bacterias consumen lactosa y producen ácido láctico, lo que hace que la leche se espese y adquiera una consistencia gelatinosa.
Aromatizantes y aditivos: Una vez transcurrido el tiempo de fermentación deseado, pueden añadirse al yogur ingredientes adicionales como purés de frutas, edulcorantes o aromatizantes para mejorar su sabor y variedad. Este paso es opcional y depende del producto de yogur deseado.
Enfriamiento: El yogur se enfría para detener el proceso de fermentación y conservar su textura.
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